De entre las muchas cosas en común que ha tenido el hombre a lo largo de
toda su historia ha sido el estudio y la contemplación del cielo. Esta
admiración por lo que había en la lejanía del firmamento motivó que el
hombre se plantease una serie de cuestiones, muchas de ellas ligadas a
lo trascendental, pero otras muchas más prácticas. Intentando así dar
una respuesta plausible a sus interrogantes. El análisis de dichas
respuestas a lo largo de la historia será objeto del presente trabajo.
Introducción:
Si nos remontamos en el tiempo podremos observar como desde las
épocas más antiguas, las distintas civilizaciones han realizado
preguntas sobre el cosmos y han tratado de darles algún tipo de
respuesta. No obstante, estas respuestas se encuadran en muchas
ocasiones dentro de una cosmovisión mítica del mundo, que si bien
resultaba tranquilizadora en el primer momento de su formulación, no
podían seguir sustentándose tras un acercamiento lógico o medianamente
empírico a las mismas.
Será en la Antigua Grecia con el paso del mito al logos, cuando
estas respuestas adquieran una lógica y una progresiva contrastación
empírica de las mismas, sentando de esta manera las bases del nacimiento
de la ciencia cosmológica.
Los precedentes:
Entre la explicación mítica del universo y la racional de los griegos,
existió en algunas culturas orientales la aplicación práctica de algunos
conocimientos astronómicos. No se trataba de crear mitos acerca de las
estrellas ni de formular modelos matemáticos sobre las mismas, sino de
aprovechar de una forma práctica estos saberes. Un ejemplo claro lo
encontramos en la civilización egipcia quienes vieron en el cielo los
parámetros idóneos para poder medir el tiempo y por ende entender y
predecir fenómenos como las crecidas del Nilo o las estaciones,
cuestiones vitales para su supervivencia. A ellos se debe la creación de
un calendario con un año de 12 meses de 30 días más 5 días llamados
epagómenos. La diferencia era de ¼ de día respecto al año solar. No
utilizaban de este modo años bisiestos: 120 años después se adelantaba
un mes, de tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico
volvían a coincidir de nuevo.
Como conclusión y comentario de la información publicada decimos que , el pensador más influyente de la antigua Grecia fué Aristóteles. El cual planteó un modelo del universo basado en un sistema de 55 esferas en cuyo centro decía que se localizaba la tierra.
El universo geocéntrico de Aristóteles , fué el modelo más innovador, y sirvió de base a Claudio Ptolomeo, que fué el último gran científico de la Antiguedad
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